Pide un año que sorprenda,
que te encoja el corazón
y te colme de sonrisas,
que llores de alegría.
Volver puede que nunca fuera como imagináramos.
Quizá esa vuelta nos azote más que cualquier inconveniente y reto vivido en el extranjero.
Cuando llegas a India te das cuenta de que
la prisa es absurda y la impaciencia también.
Te das cuenta que no hay mayor aprendizaje
que el acomodarse en medio de la incomodidad.
Algunos lo pueden llamar poder de adaptación,
pero es mucho más.
Después de casi dos meses viajando he aprendido que:
– El cuerpo se acostumbra al ritmo frenético de no parar.
– Tu estómago se puede ir haciendo cada vez más pequeño aunque peses igual.
– No te acostumbras o aburres de ver cosas nuevas cada día.
– Tu cartera puede dar mucho de sí con el «en no comiendo vamos ahorrando» y el «mejor andar a más no poder que coger un tren»(refranes, por supuesto, improvisados).
Encontrar un nombre adecuado no fue tarea fácil.
Costó muchos quebraderos de cabeza e ideas descabelladas.
Quería dar con un nombre original, con algo de gancho y que transmitiera la esencia principal.
Un nombre que evocara viajar y libertad, que sirviera al objetivo de ‘persigue tus sueños’ y estuviera enfocado al lema de “sigue tu estrella”.
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