Todo empezó con el fin de una etapa y el comienzo de un deseo.
Era la primavera del 2015, contaba con 25 años y estaba acabando la carrera de Educación Primaria Online.
Fueron unos cuatro años rápidos y académicamente fáciles.
Al acabar, me quedé con la sensación de haber realizado un desembolso económico importante para la educación, más bien escasa, recibida.
Contaba con 5.000 euros menos en el bolsillo a cambio de un título en un papel. Está bien. Al menos, todo fue sobre ruedas y pude terminar antes de tiempo lo que me había propuesto.
El último mes y medio dediqué todas mis fuerzas a un examen de competencias de toda la carrera (de más de 30 temas) que logré aprobar por los pelos a causa del “espléndido” examen oral. El escrito, lo realicé como pan comido. Decidí escoger la prueba, en vez del TFG (trabajo de fin de grado) para acabar más rápido.
Me gustan los retos y las cosas rápidas (soy muy impaciente cuando hay atajos).
El año anterior había aprobado el nivel B2 por la Escuela Oficial de Idiomas, superando otro pequeño reto que me había marcado a mí misma y ahorrándome el precio de una asignatura por poder convalidarse.
De esta manera, ya estaba empezando a finalizar mis responsabilidades, disponiéndome a dar el salto.
Sólo quedaba despedirme de mi trabajo de los últimos cuatro años cuidando a dos niños alcalaínos buenísimos. Trabajillo que, además de disfrutar y aprender con una familia genial, permitió pagarme los estudios y gozar de una cierta independencia.
Por tanto, llegó la primavera del 2015, acabé la carrera, me despedí de mi trabajo y me puse como loca a pensar alternativas de huida.
Llevaba bastantes años ya con esa idea en la cabeza. Con ansias de libertad, de salir de mi casa y mi rutina, de enfrentarme a nuevos retos, a una nueva lengua, una nueva cultura y unas nuevas costumbres.
Me apetecía viajar lejos, salir de mi zona de confort y vivir en el extranjero por un tiempo.
Cuando ya sabía que el momento estaba cerca, siguieron muchos días de búsqueda, incertidumbre, indecisión y confusión. Escoger el camino, ante tantas opciones, era el mayor problema.
Tenía muchos pájaros en la cabeza. En mi mente no paraban de volar ideas sobre África, Asia, voluntariado en India, Australia, workaways, au pair, sumergirme en un país anglosajón para poder aprender de verdad inglés… demasiadas opciones y pocas preferencias.
¿Cuál sería el camino escogido? ¿Por qué lugar empezaría mi huida?
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