Ya estamos casi a mediados de julio y por fin llegó el momento de variar mi rutina.
Después de 7 meses desde que vine de India, de darle muy duro al blog y de estar casi todo el tiempo encerrada en casa, llegó el momento de moverse y desconectar un poco de todas las redes que nos vuelven locos.
Internet tiene muchísimas cosas buenas, pero lo que hay fuera merece muchísimo más la pena. Y yo estaba deseando salir ya de aquí.
Como siempre, pensé en infinidad de opciones, rutas, lugares, motivos. Y al final se ha decidido uno que rompe al extremo lo que venía haciendo aquí: una inactividad absoluta.
No me enorgullezco de ello, si no al contrario. Nunca había estado tanto tiempo sin moverme, sin hacer ejercicio, sin salir a pasear. ¿Y qué elijo finalmente? El Camino de Santiago del Norte. Lo que viene ser un opuesto a toda mi inactividad, y como no, un reto. ¿Que no has movido el culo en meses y casi años? Pues hala maja, aligerando.
Eso sí, me lo voy a tomar con muuucha tranquilidad, porque no está bien ahora forzar la maquinaria. Al menos no es mi primera vez y ya sé a qué nos estamos enfrentando… xD.
El camino siempre te brinda nuevas experiencias.
Me gustaría dejar como despedida las últimas fotos que hice en mi ciudad, Alcalá de Henares, después de unos días de tormenta (bien merecida) la semana pasada. Llovió muchísimo y cuando escampó, aproveché para sacar esas fotos que tantas ganas tenía de hacer desde los charcos.
Me costó un poco, pero al final, cuando ya estaba volviendo, conseguí lo que quería. Podéis juzgar vosotros:
Como recordatorio, también me gustaría poner por aquí algunas anotaciones de mi primer Camino de Santiago, el camino francés, que realicé desde León en 2010 (año Xacobeo).
29/06/2010
Estoy en mi sexta etapa, parto desde Villafranca del Bierzo hasta la Faba, un pequeño pueblo subiendo el monte para O Cebreiro. El sitio es precioso. Me encantan las vistas, todo verde, rústico, poblado de vegetación.
Por ahora, uno de los sitios donde más he disfrutado, observando los prados verdes desde lo alto.
La aventura es dura pero muy gratificante. Disfrutar del tiempo por lo recorrido no por lo que marcan las horas, descubrir paisajes y pueblos nuevos, conocer gente de todo tipo de culturas que te ayudan, compartir vivencias y experiencias, superarte a ti mismo, poder meditar y luchar con todas tus fuerzas, puede ser la mayor recompensa.
En resumen, me está gustando mucho porque es un reto diario, una apuesta contra tu voluntad donde siempre tiene que ganar tu fuerza interior. Es una lucha, un esfuerzo, un sacrificio donde te pruebas a ti mismo. Cada etapa, cada reto conseguido es una sonrisa que te lanza la vida, un guiño lleno de esperanza que te dice: «Adelante, tú puedes«. Ese es tu premio. Esa es tu recompensa.
Ese retal forma parte de los 306 km que recorrí desde León a Santiago. Recuerdo el camino como algo duro (tenía muchos dolores, me salieron ampollas, me pesaba mucho la mochila, dolor en espalda y cuello, luego también en los pies y en la rodilla, al final cojeaba…) pero pude hacer todas las etapas sin parar ni un día.
Unos 25 km diarios y a veces 32 km. Fue todo un reto y también lo recuerdo como algo genial. Una experiencia increíble. Aunque los finales de etapa se me hicieran imposibles, mereció la pena.
También recuerdo que era vivir cada día de forma muy intensa. Es como si el tiempo se midiera de una forma completamente diferente. Se midiera por experiencias, por sitios nuevos, por cada paso dado. Cada día era un mundo.
Aunque fueron sólo 11 etapas yo lo recuerdo como si hubiera sido más de un mes.
Dos años después, realicé, esta vez en solitario, las cuatro etapas desde Santiago a Finisterre, el llamado «fin del mundo» (y bien que lo pareció porque tuvimos una tormentaza y un viento huracanado como nunca antes había visto). Aunque, siendo sincera, disfruté como una enana con ese tiempo revuelto jejeje.
La primera etapa desde Santiago la hice en 35 km y estuvo también casi todo el tiempo lloviendo, así que claro, aunque fueron sólo 4 días, me volvieron a salir ampollas…
Sin embargo, esta vez, en mi tercer intento, voy super preparada para ello. Pero aún así, antes de tiempo ya me han salido dos pequeñas ampollas por estar ayer 3 horas caminando por Madrid (a una semana de empezar)… Tiene coña la cosa. ?
En definitiva, recuerdo esta experiencia a Finisterre buenísima y como no, también muy intensa. Y con lo que me gusta a mí el mar, cuando fui vislumbrando el horizonte con el océano, sentí una sensación increíble cada vez que, con mis pasos, me iba acercando más y más a él.
Vuelvo a anotar:
Mi estancia sola no podía haber sido mejor. Sentir esa paz y esa total libertad. Sentir la liberación de ataduras, de rutinas y de horarios. Disfrutar de cada caminata, de cada paisaje, cada alma encontrada y conocida. Gozar de la sensación de estar alucinando con la naturaleza, con cada historia, con toda la belleza que encuentras en ellas.
Disfrutar incluso de ese dolor que supone a veces dar un paso más. Pero ese paso abre la puerta a un mejor conocimiento del mundo y de ti mismo. A una ventana que deja escapar la luz que antes estaba atrapada, dormida y despreciada. Admirar…
Simplemente admirar los campos, el cielo, el mar, las piedras, las montañas, la costa.
Admirar los metros y metros de agua cristalina y arena blanca. Admirar las salidas y puestas de Sol, como un regalo que te brinda la vida.
Cada nuevo amanecer es un nuevo comienzo. Saber que lo importante de todo esto es aprovechar el momento. Aprovechar el momento presente al máximo. Seguir siempre caminando, conociendo y queriendo. Queriendo más.
Amar nuestras vidas para poder amar todo lo que nos rodea, que siempre permanece fiel y paciente, a expensas de que un día nos demos cuenta y sepamos apreciarlo. Y sepamos dar las gracias, simplemente, por estar ahí.
Como las rocas impasibles y los árboles cambiantes.
Cuidar de nosotros, cuidar de los nuestros, cuidar de nuestro mundo. Aquel que cada vez puede ser más intenso y gratificante si nosotros somos quienes nos lo proponemos.
Adiós a lo viejo, bienvenido sea lo nuevo.
¡Hasta siempre Finisterre! Gracias por todo, nos volveremos a ver.
02/09/2012
Espero que os hayan gustado estas reflexiones que se sacan cuando uno va caminando.
Y ya solo desearos, ¡FELIZ VERANO!
¡Y a volar! Como esta típica cigüeña de Alcalá.
Y tú, querido lector, ¿has hecho alguna vez el Camino de Santiago? ¿Cuál de ellos? ¡Cuéntamelo en los comentarios! ?
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